An American Haunting: Maleficio y Estropicio
MALEFICIO, An American Haunting, USA, 2005, 85 min. Director: Courtney Solomon, Guión: Courtney Solomon, basado en el novela "The Bell Witch: An American Haunting" de Brent Monahan, Música: Caine Davidson, Intérpretes: Donald Sutherland (John Bell); Sissy Spacek (Lucy Bell); James D'Arcy (Richard Powell); Rachel Hurd-Wood (Betsy Bell);
Tal y como está de desértico el panorama del cine de terror -de la literatura mejor ni hablemos- en los últimos años -no pocos, oigan- y habida cuenta de aquello de que a perro flaco todo son pulgas, una producción como "Maleficio" (An American Haunting) (no confundir con "Thinner", que era un asco, y no exclusivamente por basarse en una novela de Stephen King, ojo), debe ser acogida con más aplausos que abucheos todo y no ir más allá de de un mediocre producto montado con muchos duros y au así no llegar más que al aprobado raspadillo y condescenciente porque la madre del director, muy amable y desinteresadamente, tuvo a bien mandarme un jamón de jabugo por correo certificado. Es decir, que en "Maleficio", las cosas que tienen que estar están más o menos donde tienen que estar, donde mandan los cánones, y las que no deberían estar, que tampoco son tantas, pues qué quieren que les diga, tocan los huevos y punto. Nada original pero tampoco nada nauseabundo. Se deja ver, lo que teniendo en cuenta quién dirige, el tal, Courtney Solomon, responsable en su día de la ignominiosa "Dungeons & Dragons", es ya mucho decir. Historias de posesiones y espíritus hijos de perra tocando los mengues es difícil que puedan hacerse ya mejores que "El Exorcista" de Friedkin o "El Ente" de Sidney J. Furie, pero es de recibo reconocer que, al menos en lo que a mí respecta, el tema es de los que más respeto me da, y en consecuencia miedo me produce, y en consecuencia mejor me lo paso en la sala pasándolas putas. Porque aunque la película no sea nada del otro jueves algunos momentillos sí tiene, aunque las más de las veces, eso sí, vengan gracias a los dejes más manidos y baqueteados del más ultimísimo cine de género: léanse, banda sonora repentina y estruendosa tras tensionante silencio, giro de cabeza de protagonista hacia efecto especial fantasmagórico que se huele a años vista, niña misteriosa que no dice ni mú, con los pelos o la cofia tapándole la cara hasta al final, cuando sabes, como siempre ocurre, que su rostro es el cúlmen de la fealdad y la mala leche del cabroncete de maquillaje...
De todos modos, ya se sabe, cuantas más "películas de miedo" lleva uno a las espaldas más difícil resulta asustarse, sentirse vagamente inquieto o turbado, que te suba desde el ombligo o la boca del estómago "ese escalofrío". Por eso mismo, los bragados en batallas fílmicas de terror, lo que hacemos una vez vista la película es imaginar la película de terror que pudiera haber sido, y a fe que "An American Haunting", en otras manos, con otras mentalidades, podría haber llegado a ser una muy buena aportación al género. Así, por ejemplo, el afán de querer aferrarse a una historia real -y las ganas de Solomon de empezar de buenas a primeras con unas carreritas frenéticas y unos pomos de puerta poseídos por vayan ustedes a saber qué oscuro demonio-, una leyenda en suma, la de "la Bruja de Bell", que según los lugareños, ha de volver a perturbar a los vivos 135 años después de sus primeras apariciones, arruina a mi modo de ver las mejores posibiliades de la película. ¿Qué problema había en ambientar la integridad de la historia en la neblinosa y umbría Nueva Inglaterra de principios del s. XIX? El prólogo y epílogo contemporáneos son del todo gratuitos, no aportan nada a la historia, y no sólo nos sacan de atmósfera, sino que impone una voz en off narradora de los hechos que, si bien le dan un mayor tono de "Terror tale", "ghost Story", bien sabemos el daño que hace a la narración cinematográfica, tornándola a veces tan tediosa.
Hay a quien no ha gustado el desarrollo final de "Maleficio", argumentando que es tramposo, algo así al estilo de lo que le gusta hacer a Shyamalan; desentrañar el misterio a base de rebobinarte la pelicula en cámara lenta, mostrándote unos detalles que lo explicaban todo y que supuestamente el espectador no ha percibió, pero que en realidad jamás estuvieron allí, sólo a la postre fueron añadidos para dar cierta coherencia al asunto y dejarte con un palmo de narices. Esto, que es ciertamente tramposo, es lo que menos me molesta, porque de tan utilizado lo han transformado en una trilladura más del género, lo que se dice, un lugar común, así que lo que es por ahí, "ya me tienen curado de espanto". Lo que me jode, en cambio, es, como antes decía, la película que el corto de miras de Solomon tuvo en las manos y dejó escapar por cegarruto. A lo largo de toda la película se empeña tanto en hacernos creer que la bruja tiene la culpa de todos los males de la familia Bell para que así al final, tras hacernos el "rewind tramposón", decirnos que no, que no iban por ahí los tiros y dejarnos "epatés" del todo con la conclusión final, que su inhabilidad o falta de talento le conduce a no ser capaz de hacer avanzar la trama sino a través de consecutivas y cada vez más salvajes situaciones límite que, tras llegar al paroxismo, se explican como pesadillas, malos sueños: y así el metraje pasa y va encadenando pesadilla dentro de pesadilla dentro de pesadilla, hasta que al final no sabe uno dónde coño está, ni dónde coño están Sutherland y los suyos.
Lo que pasa cuando no tienes la conciencia tranquila, Donald...
Al final, todos lo sabemos -y el que no que se jibe-, no hay más espíritu que el de la joven Betsy, hija ultrajada por Sutherland-Bell, su propio padre, que tras ser violada y secuestrada del feliz mundo de la infancia, busca una venganza ultraterrena, que después de todo se convierte en terrena, al ser la propia Betsy en carne y hueso, y no en fantasma, la que asesina al padre abusador con veneno, mientras la madre, cómplice, Sissy Spacek en el mejor plano de toda la película, observa compleciente el asesinato de su marido y la consumación de la venganza. Durante un instante dudé si Solomon sería lo suficientemente jeta y trampas como para al fin hacer aparecer a Spacek como la verdadera bruja artífice de todo, lo cual, no por cabrón e hijoputesco, habría dejado de tener su gracia, pero no, el Solomon éste no llega a tanto, ni que se lo dicten...
Y no llega les explicaré por qué. Imaginen una idilíca y modélica familia cristiana de la puritana Nueva Inglaterra del 1818: un padre, una madre, un hijo mayor que parece el doble de Julian Sands pero en lerdo, una hija adolescente que es guapa y empieza a estar bien buena, y un par de gemelos cabezones de adorno. ¿Hasta aquí bien? Sí, pero no es oro todo lo que reluce ni todos los que van sin falta los domingos a la Iglesia son tan buenos cristianos. El padre viola a la hija, la madre es testigo, pero a la mañana siguiente todos callan... Sigmund Freud se habría hecho de oro sólo a base de complejos de culpa la hora... Demasiado dolor, rabia, ira, remordimiento contenidos, por algún lado tienen que salir, y es ahí donde entra lo sobrenatural, in crescendo, el espíritu de la joven Betsy, ultrajada por el miembro viril de su padre, el silencio vergonzoso de su madre, y su propia cobarde indolencia al no poder resistirse a la violación, termina por aparecerse cada vez más violentamente, primero castigándose a sí misma, por débil y pecaminosa: la Betsy espiritual rechaza a la Betsy físca; después al padre pecador, origen de todo el mal, y de paso a toda la familia, incluida la madre, que algo de culpa también se lleva, por no abrir el pico. Y todo ello en ese constante meter pesadilla dentro de pesadilla, como cajas chinas, subiendo, subiendo, hasta explotar... ¿Y al final qué? ¿Qué podríamos haber tenido? Pues algo tan turbador y escalofriante como que toda la película, íntegra, no hubiese sido sino la pesadilla de Betsy, quien en salvaje lucha interior consigo misma a causa del terrible acto de su padre, a caballo entre el odio a sí misma y el odio hacia el padre. Hasta que al fin, de algún modo, consigue perdonarse, lo que implica automáticamente el castigo inmediato de la otra parte, la verdaderamente culpable. Entonces despierta del mal sueño, ya liberada: todo lo sobrenatural de lo que hemos sido testigos ha ocurrido en su atormentada mente. Ya sólo es cuestión de salir de la habitación, bajar las escaleras, coger el veneno y dárselo al padre dormido mientras la madre, que lo sabe todo, consiente el pago capital de la deuda contraída a través de su ruin pecado.
De tener una historia de posesiones mediocre pasamos a tener una historia de mentes psicóticas y vengativas la mar de pasable, digna hijastra del gran y nunca bien ponderado Norman Bates. Pero no, el tío tenía que tirar por el sobado camino del medio, que es, ya se sabe, por el que tiran todos los sin talento.
Courtney Solomon, el ente más torpe después de Gravesen
De todos modos y a pesar del fiasco, como buen degustador de historias góticas que soy, no me desagradó en demasía el artefacto, pues no en vano se dejaba uno allí llevar por los recuerdos de las "terror tales" de ilustres nombres como Washington Irving, Nathaniel Hawthorne y Edgar Allan Poe... Aunque para eso, como ya dije, es necesario tener ya las espaldas y los años anchos de lecturas de escalofrío y películas de sustos...
_____________________________________________________Solomon Kane, de Robert E. Howard... Éstos sí un Solomon y una Nueva Inglaterra que molan, coñe!
El Vaugan terminó esta kostrocrítica a más altas horas de las cristianamente recomendables, suerte que es más ateo y rojo que Stalin y hace años que no va a misa, pero como ya se ha independizado los papas no le mandan que se vaya de una puta vez a la cama y deje de perder el tiempo en ver películas de mierda...
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- Reseña de "Maleficio" a cargo de Darkman en "Tierra de Cinéfagos"
- Reseña de "Maleficio" a cargo de Hombre Lobo en "Horas de Oscuridad"
50 comentarios
Anónimo -
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rosa maria -
El Vaugan -
Saludos VideoArenileS.
Khain -
El Vaugan -
John Trent -
El monotono recurso de mover la camara todo el rato al rededor de los personajes termina cansado sobremanera, a parte de ser cutre, y el final es de traca.
El Vaugan -
PJT, yo sí que me acordé al día siguiente, ¿de lo contrario cómo podría haber escrito el post? ahora bien, lo que no sé es quién de los dos es el afortunado... uhhmmmm.
Chico Viejo, tienes razón, mucha cara de asustados no tenía ninguno, quizá por aquello de que vivir con un doble de Julian Sands curte al el alma lo suyo, vacunándola de horrores.
Hombre lobo, no ha de qué, de eso se trataba, de dar dos versiones distintas que no tuvieran que ver nada con la mía.
Respecto al timo, qué quieres que te diga, yo ya lo doy por defecto al comprar la entrada; de hecho, si tuviese pelo, en lugar de al peluquero iría más a menudo al cine y quedaría listo.
Saludos a todos y gracias por dejar vuestra kostrohuella.
Hombre Lobo -
Es que sobre todo ese final de incestos y malentendidos me pareció de un cutre que no veas. Insisto: como si el director hubiese decidido que necesitaba dar un mensaje con su película (de ahí el salto al presente, como para decir que tales males "todavía ocurren en nuestra fea fea sociedad).
Vaya timo.
Muchos saludos.
Chico Viejo -
Para mí, lo peor es que no te crees la historia nunca, los personajes no dan la impresión de estar acojonados de verdad, y para rematar está ese final horroroso que se carga toda la lógica de la película.
Lo mejor, la niña, que ya empieza a notársele un buen futuro... :D
PJT/Darkman -
Saludos.
M.A Berrakus -
Muy bien Vaugan. Buena crítica, tanto que sorprende verla por estos pagos.
Aunque lo que realmente me sorprende es que hayas ido al cine sin salir despotricando de la madre que parió a todo cristo.
Aun así espero que vuelvas a ver pelis truño para hacer tus descacharrantes reseñas.