Miedo y Asco en FulciCity
Aunque sea un topicazo, sí, lo voy a decir: Lucio Fulci es uno de esos directores que no tiene término medio, o lo odias a muerte o lo idolatras, y, en este sentido, si a ti mismo te metes en el segundo grupo, no sólo te diré que "bienvenido, colega!", sino también que una visitilla al loquero no te vendría nada mal. Porque hay muchos motivos para odiar el cine de Lucio Fulci, tales como que casi siempre sus historias no tienen ni pies ni cabeza, sus argumentos son nada originales refritos y fritangas, muchas veces poco respetuosas, de un montón de de mitos del acervo fantástico, el ritmo de sus films suele ser inexistente, y el montaje ya no os digo; más que abrupto, de puro coitus interruptus. Eso por no hablar del elemento casquería en que, eso sí, era un auténtico maestro; Fulci fue el hombre del higadillo por el higadillo y del zombi purulento, el mayor amante de los gusanos comeroña, así como el creador de los zombis que caminan como si fuesen barriguitas o clicks de famóbil, es decir, como si todo ellos completos fuesen algo así como un tronco torcido, como si careciesen de la más simple articulación (los zombis raimianos de Evil Dead, cabeza caída hacia un lado incluida, le deben no poco a los de Fulci).
Aunque éste, supongo, sería el motivo por el que hay gente que ama las películas de este italiano cerdete, porque en lo que a escenas gore y directamente repulsivas respecta pocos realizadores le llegaban a la suela de los mocasines, sobre todo en aquellos últimos años 70 y primeros 80, en los que este hombre produjo unas pocas películas memorables en lo que a tripa gratuita y víscera guarrera se refiere.
Una de las películas que mejor ejemplifica todo lo poco de bueno y lo mucho de infame que tienen el cine de Fulci es "La Ciudad de los Muertos Vivientes", (La Paura), 1980, rodada justo antes de la que se ha convenido en calificar su obra maestra, "El Más allá", y segunda de sus películas de zombis filmada en Estados Unidos y con actores de allá, después de "Nueva York Bajo el Terror de los Zombi" (1979), es una historia de horror sin lógica de sucesos ninguna, totalmente arbitraria, con una atmósfera nada inquietante, que sólo sirve como pretexto al director para mostrar en pantalla su habitual cuota de gusanos, pieles pútridas, y sesos y entrañas varias, pero bueno, tampoco hay que engañarse, porque si eres alguien que puede decir -sin mentir- que se ha visto al menos una película de este director es porque estás en posesión del suficiente aguante y estómago como para soportar eso y mucho más, de modo que no es de recibo pedir el libro de reclamaciones, porque eso sí, Fulci es siempre Fulci, nunca sorprende pero tampoco engaña, y una vez metido en su mundo ya sabes a qué atenerte; estás sobre aviso acerca de todo lo que vas a encontrar y también todo lo que va a brillar por su ausencia.
Así, por ejemplo, "En la Ciudad de los Muertos Vivientes", una vidente, protagonizada por la musa fulciana de su periodo americano, Katherine MacColl, ve cómo un sacerdote se ahorca en el cementerio de Dunwich (pobre Lovecraft mío, ya nadie te respeta) abriendo así las puertas del Infierno. Entonces la vidente parece morir literalmente de miedo, pero no es así, y mientras a ella la entierran viva, en Dunwich cada vez que el sacerdote suicida se aparece los pueblerinos lugareños mueren de la forma más gore y puerca que imaginarte puedas para luego volver a la vida en forma de zombi y seguir dando por saco a los vivos. Al final a la vidente la desentierra un periodista justo antes de morir asfixiada y juntos viajan a Dunwich para detener al sacerdote cabrón. Tienen de tiempo hasta la Noche de Todos los Santos, porque si no lo hacen antes el Reino del Mal se instaurará definitivamente en al Tierra y los muertos vivientes podrán campar a sus anchas por todo el orbe... y por tu precioso jardín también (espero que todos aquellos que habéis visto "Zombi's Party" hayáis captado este sutil microchiste).
Pero esto no es nada, contado así a prisa y corriendo no es lo mismo, hay que haberlo visto, hay que haber estado ahí, señores, matando tus neuronas y revolviendo tu estómago con cada uno de sus fotogramas para saber qué es, en esencia, una peli de zombis fulciana. Y todo el que haya visto alguna, a buen seguro, me dará la razón.
En fin, vayamos acabando con toda esta parrafada:
LO MEJOR:
- Enterrada viva: A Katherine MacColl la entierran viva, al poco se despierta en el ataúd, y entonces se convierte en un todo gritar y dejarse las uñas y los dedos sangrantes contra la tapa mientras un periodista (Christopher Goerge), en la superficie, se debate entre la duda de hacer caso a los gritos de ultratumba que cree estar escuchando o pasar de todo y seguir fumándose el caliqueño. Fulci alarga la escena hasta la angustia, jugando con el espectador, crispándole los nervios a propósito, y justo cuando la pobre chica está a punto de morir esta vez sí- asfixiada, el periodista, que ya se ha decidido a tomar cartas en el asunto, revienta la tapa del atáud de un golpe de pico que por muy poco no le abre la cabeza a nuestra enterrada viva preferida. Un inmejorable homenaje al maestro de la necrofilia desaforada, don Edgar Allan Poe, y, posiblemente, la mejor escena que yo le he presenciado al cine de Fulci, que no ha sido poco.
- Vomitona guarra: Una pareja trotona se dispone a hacer cosax feax en el coche, pero entonces se les aparece el sacerdote suicida y les jode el plan, porque en esas que va y la chica, influenciada por la mala baba del cura zombi, se pone a sangrar por los ojos y acto seguido, en una escena verdaderamente repelente, a eructar y a hacer arcadas hasta que al final consigue potar todo su sistema digestivo, instestinos, estómago, e hígado incluido, por la boca. A todo esto, el novio, que se había quedado mirando el espectáculo con cara de pánfilo, intenta escapar pero la novia le dice que nones, que se ha quedado con hambre, y por eso va y le arranca los sesos de una "agarrada de pelos" bestial. Esto es lo que yo llamo enseñar víscera por el puto morro y lo demás son tonterías.
- Trepanación miserable: Un lugareño cabreado y paleto pilla al tonto del pueblo charlando con la guarrona de su hija adolescente, y como todo el mundo echa las culpas al pobre chaval de los horrores que se están sucediendo, va el padre y decide tomarse la justicia por su mano atravesándole la cabeza con un taladro industrial; entrando por el ojo y saliendo por bueno por lo que fuere que hubiese detrás Fulci, eras un verdadero cabrón, ¿lo sabías?
- Tormenta de gusanos: A mitad de proyección una tormenta de gusanos purulentos, el plato especial de Casa Fulci's, sorprende a nuestros protagonistas dentro de su casa. Si los miras de cerca y con poco escrúpulo podrían pasar por arroz a la milanesa, pero no, así que allá tú...
- Chungo Final: Al final todo acaba en unas criptas, con nuestros protagonistas, cagados de miedo, enfrentándose al sacerdote de marras y su horda de muertos vivientes gusanoides. Después de que nuestro periodista sea vilmente pasado al otro barrio mediante el nada edificante y letal agarrón de pelos que se lleva también gran y muy importante parte de su masa encefálica, los dos que quedan consiguen acabar con el mal; sacerdote ahoracado y zombis purulentos, acaban todos ardiendo. Parace que todo acaba aquí, pero no, porque si por algo destacó Fulci fue por no mostrar jamás ningún apego, y mucho menos conmiseración, por sus personajes vivos, de modo que antes o después, dentro o fuera de plano, acababa cepillándoselos a todos y dejando una puerta abierta a la victoria del Mal. Y eso es lo que pasa aquí, que parece que se salvan pero no, que los zombis ganan e invaden la Tierra, leñes, aunque toda esta parte la tienes que inferir tú a partir del grito de horror final de la MacColl, claro...
LO PEOR:
- La Ciudad de los Muertos Vivientes, así, en general.
- El argumento y su desarrollo, que no tienen ni pies ni cabeza ni entienden de planteamientos, nudos ni desenlaces; aquí todo ocurre porque sí, por la patilla, vamos.
- La Música. De risa y sospechosamente similar a la de Nueva York Bajo el Terror de los Zombi.
- El Montaje. Demencial.
- El ritmo. ¡¿Qué ritmo?!
- El amor a la víscera por la víscera y la casquería gratuita si es que eres de los que sólo gusta de eso que llaman terror psicológico. Aquí deso, ná de ná.
CURIOSIDADES:
- El propio Lucio Fulci se reserva para sí un pequeño cameo, como ya hiciera en otras de sus películas; aquí interpreta al forense de la policía de Dunwich.
- Michele Soavi, a la postre brillante director de giallios como Aquarius y Dellamorte, Dellamore, hace un pequeño papel que ni me voy a molestar en buscar.
- Aunque la acción pase en Dunwich y los personajes se refieran continuamente al Libro de Eibon como el causante de todos los males, no engañarse por favor, no buscar aquí a Lovecraft ni por asomo.
- El sacerdote suicida es, maquillaje postmortem incluido, clavadito calavadito al Padre Karras de El Exorcista. ¿Por qué será?
- Fulci murió el 13 de marzo de 1996, el mismo día en que Krzysztof Kieslowski, el de la trilogía franchute, también se piraba para el otro barrio, y el mismo día en que aquí un servidor cumplía 18 tiernos añitos... ¡Mamá Miedorrll"
En fin, en próximas apariciones de este, vuestro perraco servidor, en InfraMugre espero poder dar noticia de otras fulciadas, no menos infames que ésta, como Nueva York Bajo el Terror de los Zombi, Aquella Casa al Lado del Cementerio, "El Estrangulador de Nueva York, Más Allá, y Zombi 3, que aunque Fulci apenas tuvo nada que ver con ella es tan mala como si hubiera salido de sus propias zarpas.
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Perraco se cagó en Dios y en las Putas Ciencias Informáticas porque tuvo que redactar dos veces, dos, y enterito, esta bazofia de post...
Soy una Zombi de Fulci... ¿Me das un beso?
Aunque éste, supongo, sería el motivo por el que hay gente que ama las películas de este italiano cerdete, porque en lo que a escenas gore y directamente repulsivas respecta pocos realizadores le llegaban a la suela de los mocasines, sobre todo en aquellos últimos años 70 y primeros 80, en los que este hombre produjo unas pocas películas memorables en lo que a tripa gratuita y víscera guarrera se refiere.
Lucio Fulci: El Amo de lo Guarro
Una de las películas que mejor ejemplifica todo lo poco de bueno y lo mucho de infame que tienen el cine de Fulci es "La Ciudad de los Muertos Vivientes", (La Paura), 1980, rodada justo antes de la que se ha convenido en calificar su obra maestra, "El Más allá", y segunda de sus películas de zombis filmada en Estados Unidos y con actores de allá, después de "Nueva York Bajo el Terror de los Zombi" (1979), es una historia de horror sin lógica de sucesos ninguna, totalmente arbitraria, con una atmósfera nada inquietante, que sólo sirve como pretexto al director para mostrar en pantalla su habitual cuota de gusanos, pieles pútridas, y sesos y entrañas varias, pero bueno, tampoco hay que engañarse, porque si eres alguien que puede decir -sin mentir- que se ha visto al menos una película de este director es porque estás en posesión del suficiente aguante y estómago como para soportar eso y mucho más, de modo que no es de recibo pedir el libro de reclamaciones, porque eso sí, Fulci es siempre Fulci, nunca sorprende pero tampoco engaña, y una vez metido en su mundo ya sabes a qué atenerte; estás sobre aviso acerca de todo lo que vas a encontrar y también todo lo que va a brillar por su ausencia.
Así, por ejemplo, "En la Ciudad de los Muertos Vivientes", una vidente, protagonizada por la musa fulciana de su periodo americano, Katherine MacColl, ve cómo un sacerdote se ahorca en el cementerio de Dunwich (pobre Lovecraft mío, ya nadie te respeta) abriendo así las puertas del Infierno. Entonces la vidente parece morir literalmente de miedo, pero no es así, y mientras a ella la entierran viva, en Dunwich cada vez que el sacerdote suicida se aparece los pueblerinos lugareños mueren de la forma más gore y puerca que imaginarte puedas para luego volver a la vida en forma de zombi y seguir dando por saco a los vivos. Al final a la vidente la desentierra un periodista justo antes de morir asfixiada y juntos viajan a Dunwich para detener al sacerdote cabrón. Tienen de tiempo hasta la Noche de Todos los Santos, porque si no lo hacen antes el Reino del Mal se instaurará definitivamente en al Tierra y los muertos vivientes podrán campar a sus anchas por todo el orbe... y por tu precioso jardín también (espero que todos aquellos que habéis visto "Zombi's Party" hayáis captado este sutil microchiste).
Pero esto no es nada, contado así a prisa y corriendo no es lo mismo, hay que haberlo visto, hay que haber estado ahí, señores, matando tus neuronas y revolviendo tu estómago con cada uno de sus fotogramas para saber qué es, en esencia, una peli de zombis fulciana. Y todo el que haya visto alguna, a buen seguro, me dará la razón.
Menuda bocaza!, y sin subirse al DragonKan ese!
En fin, vayamos acabando con toda esta parrafada:
LO MEJOR:
- Enterrada viva: A Katherine MacColl la entierran viva, al poco se despierta en el ataúd, y entonces se convierte en un todo gritar y dejarse las uñas y los dedos sangrantes contra la tapa mientras un periodista (Christopher Goerge), en la superficie, se debate entre la duda de hacer caso a los gritos de ultratumba que cree estar escuchando o pasar de todo y seguir fumándose el caliqueño. Fulci alarga la escena hasta la angustia, jugando con el espectador, crispándole los nervios a propósito, y justo cuando la pobre chica está a punto de morir esta vez sí- asfixiada, el periodista, que ya se ha decidido a tomar cartas en el asunto, revienta la tapa del atáud de un golpe de pico que por muy poco no le abre la cabeza a nuestra enterrada viva preferida. Un inmejorable homenaje al maestro de la necrofilia desaforada, don Edgar Allan Poe, y, posiblemente, la mejor escena que yo le he presenciado al cine de Fulci, que no ha sido poco.
¡¿No podías haber tardado un poquito más, tiooooo?!
- Vomitona guarra: Una pareja trotona se dispone a hacer cosax feax en el coche, pero entonces se les aparece el sacerdote suicida y les jode el plan, porque en esas que va y la chica, influenciada por la mala baba del cura zombi, se pone a sangrar por los ojos y acto seguido, en una escena verdaderamente repelente, a eructar y a hacer arcadas hasta que al final consigue potar todo su sistema digestivo, instestinos, estómago, e hígado incluido, por la boca. A todo esto, el novio, que se había quedado mirando el espectáculo con cara de pánfilo, intenta escapar pero la novia le dice que nones, que se ha quedado con hambre, y por eso va y le arranca los sesos de una "agarrada de pelos" bestial. Esto es lo que yo llamo enseñar víscera por el puto morro y lo demás son tonterías.
Marchando una de Tripas!!!
- Trepanación miserable: Un lugareño cabreado y paleto pilla al tonto del pueblo charlando con la guarrona de su hija adolescente, y como todo el mundo echa las culpas al pobre chaval de los horrores que se están sucediendo, va el padre y decide tomarse la justicia por su mano atravesándole la cabeza con un taladro industrial; entrando por el ojo y saliendo por bueno por lo que fuere que hubiese detrás Fulci, eras un verdadero cabrón, ¿lo sabías?
- Tormenta de gusanos: A mitad de proyección una tormenta de gusanos purulentos, el plato especial de Casa Fulci's, sorprende a nuestros protagonistas dentro de su casa. Si los miras de cerca y con poco escrúpulo podrían pasar por arroz a la milanesa, pero no, así que allá tú...
Ideal para después de la ensalada, amigos
- Chungo Final: Al final todo acaba en unas criptas, con nuestros protagonistas, cagados de miedo, enfrentándose al sacerdote de marras y su horda de muertos vivientes gusanoides. Después de que nuestro periodista sea vilmente pasado al otro barrio mediante el nada edificante y letal agarrón de pelos que se lleva también gran y muy importante parte de su masa encefálica, los dos que quedan consiguen acabar con el mal; sacerdote ahoracado y zombis purulentos, acaban todos ardiendo. Parace que todo acaba aquí, pero no, porque si por algo destacó Fulci fue por no mostrar jamás ningún apego, y mucho menos conmiseración, por sus personajes vivos, de modo que antes o después, dentro o fuera de plano, acababa cepillándoselos a todos y dejando una puerta abierta a la victoria del Mal. Y eso es lo que pasa aquí, que parece que se salvan pero no, que los zombis ganan e invaden la Tierra, leñes, aunque toda esta parte la tienes que inferir tú a partir del grito de horror final de la MacColl, claro...
LO PEOR:
- La Ciudad de los Muertos Vivientes, así, en general.
- El argumento y su desarrollo, que no tienen ni pies ni cabeza ni entienden de planteamientos, nudos ni desenlaces; aquí todo ocurre porque sí, por la patilla, vamos.
- La Música. De risa y sospechosamente similar a la de Nueva York Bajo el Terror de los Zombi.
- El Montaje. Demencial.
- El ritmo. ¡¿Qué ritmo?!
- El amor a la víscera por la víscera y la casquería gratuita si es que eres de los que sólo gusta de eso que llaman terror psicológico. Aquí deso, ná de ná.
CURIOSIDADES:
- El propio Lucio Fulci se reserva para sí un pequeño cameo, como ya hiciera en otras de sus películas; aquí interpreta al forense de la policía de Dunwich.
- Michele Soavi, a la postre brillante director de giallios como Aquarius y Dellamorte, Dellamore, hace un pequeño papel que ni me voy a molestar en buscar.
- Aunque la acción pase en Dunwich y los personajes se refieran continuamente al Libro de Eibon como el causante de todos los males, no engañarse por favor, no buscar aquí a Lovecraft ni por asomo.
- El sacerdote suicida es, maquillaje postmortem incluido, clavadito calavadito al Padre Karras de El Exorcista. ¿Por qué será?
Esperad, leches, que yo tampoco me quiero ir sin potar... auurrghhhhh
- Fulci murió el 13 de marzo de 1996, el mismo día en que Krzysztof Kieslowski, el de la trilogía franchute, también se piraba para el otro barrio, y el mismo día en que aquí un servidor cumplía 18 tiernos añitos... ¡Mamá Miedorrll"
En fin, en próximas apariciones de este, vuestro perraco servidor, en InfraMugre espero poder dar noticia de otras fulciadas, no menos infames que ésta, como Nueva York Bajo el Terror de los Zombi, Aquella Casa al Lado del Cementerio, "El Estrangulador de Nueva York, Más Allá, y Zombi 3, que aunque Fulci apenas tuvo nada que ver con ella es tan mala como si hubiera salido de sus propias zarpas.
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Perraco se cagó en Dios y en las Putas Ciencias Informáticas porque tuvo que redactar dos veces, dos, y enterito, esta bazofia de post...
33 comentarios
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Perraco -
Perraco -
Me apunto tu "raro-malas" para nuestro breviario de epítetos cabrones. Un abrazo y gracias por leernos.
Borja -
Ah, ¡muy buenas y las capturas de la peli! :D
laceci -