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Museo de Cera

"Shock Waves": La Isla de los Nazis Submarinos.

“Poco antes de la Segunda Guerra Mundial el alto mando alemán comenzó una investigación secreta sobre los poderes sobrenaturales. Antiguas leyendas hablan de una raza de guerreros que no utilizaban armas ni escudos y cuyo poder sobrenatural provenía de la misma tierra. Mientras Alemania se preparaba para la guerra, las SS ataron secretamente a un grupo de científicos para crear un soldado invencible. Se sabe que los cuerpos de los soldados muertos en batalla se enviaban a un laboratorio secreto cerca de Koblein donde los utilizaban en una amplia variedad de experimentos científicos. Se rumoreaba que hacia finales de la guerra las fuerzas aliadas encontraron escuadrones alemanes que luchaban sin armas, matando simplemente con sus manos. Nadie sabe quiénes eran ni qué fue de ellos, pero una cosa es cierta, de todas las unidades de las SS sólo hubo una en la que ninguno de sus miembros fue capturado por los Aliados…”

No fue a George Romero a quien se le ocurrió primero lo de los zombis subacuáticos.

Así empieza Shock Waves, una película de Ken Wiederhorn realizada en 1977. Lo cierto es que la introducción promete, removiendo en todo el misterio del ocultismo nazi que tanto nos ha hecho vibrar con la saga de Indiana Jones. Y hablando de vibrar, lo cierto es que el título de "Ondas de Choque" no tiene demasiado que ver con la película, siendo el título alternativo americano, "Death Corps", que es algo así como escuadrones muertos, algo más apropiado. Y esto lo digo porque la película trata de un grupo de zombis soldados de la SS que resucitan en los setenta. Lo cierto es que nunca habían estado muertos del todo, sino que dormían en un abisal letargo bajo las inquietantes aguas del Pacífico, hasta que llegan los incautos ricachones de turno con su barquito alquilado para servirles de festín de inauguración del nuevo curso. Esta es una peli de pequeñas sorpresas. La primera es el capitán del barco, todo un viejo lobo de mar en las aguas del celuloide de terror: ni más ni menos que John Carradine, que cumple su papel impecablemente y es liquidado el primero.

John Carradine haciendo de lobo de mar y de lo que se preste.

Mi otra grata sorpresa es la protagonista femenina, la genial Brooke Adamas, una de mis musas cinematográficas (inolvidable en "La Invasión de los Ultracuerpos" de Philip Kaufman) que despliega todo su encanto, bikini y susto, y además debutó en la gran pantalla con este título.

Sin lugar a dudas me iba con Brooke Adams a bucear o a una playa nudista, donde sea menester, vamos.

Y por último, la tercera sorpresa, es la participación de Peter Cushing como comandante de la SS. Deleitando con su porte distinguido y su extrema delgadez, y que borda el papel de nazi aristócrata robinsoniano, ya que permanece en una isla del pacífico desde 1945. Isla a la que, lógicamente, llegan los personajes que se habían perdido bajo un extraño efecto meteorológico (rollo Triángulo de las Bermudas; pregúntenle a Jiménez del Oso vía telefotumba para más detalles) y de los que no quedará títere con cabeza.

Peter como comandante de la SS, con cicatriz en el rostro, como no.

Lo más sugerente de la película es ver los soldados nazis salir de las aguas, con su traje de soldado alemán, las botas altas, unas gafas oscuras tipo motorista de mitad del siglo pasado, y una piel pálida de tonos morgue. Al lento despertar silencioso y acuático de estos no-muertos les rodea la música de Richard Einhorn que sugiere el grito agónico de los demonios gritando bajo el abismo marino; realmente espeluznante.

Despertar para desayunar de los zombis submarinos, cansados ya de comer sólo pulpo marchan por carne fresca.

Los nazis submarinos son super soldados que le hubieran encantado a Cráneo Rojo. Presos y asesinos reconvertidos en máquinas de matar de las SS y a los que se les llamaba el cuerpo total, la unidad de la muerte. Sometidos a extraños experimentos adquieren poderes para sobrevivir en las condiciones climáticas más feroces, incluso bajo el agua. A prueba de casi todo, ya que uno de los personajes descubre su talón de Aquiles: no toleran la luz directa del sol en sus ojos, por eso portan gruesas gafas oscuras. Si se consigue quitárselas no sólo se ciegan, también el peso de los años les pasa factura y se pudren prácticamente al momento.

Un zombie durmiendo la siesta.

Debido al final de la guerra y que no eran precisamente una unidad muy estable (llegaban a atacar a sus propios compatriotas debido a su mala leche) el escuadrón de muertos recibe la orden de dirigirse por mar a una isla del Pacífico y allí esperar nuevas instrucciones. Nuestro comandante Cushing, harto de esperar, hundirá a sus tétricas tropas para siempre. Peter quedará entonces autoexiliado en la isla, alejado del mundo y temeroso del retorno de sus propias criaturas, hasta que llegan los tontos de turno, que rompen su monotonía del miedo y desencadenan el terrible despertar zombil.

El inevitable plano submarino con el actor aguantando la respiración como puede; la pasta es la pasta.

La película trae a colación el viejo mito del super soldado, tan tratado en el cómic como en el celuloide, ya sean Capitán América, Soldado Universal, Robocops, y si te quieres remontar más atrás, ahondando en la leyenda de los antiguos bersekers escadinavos. Y todos con la pega de siempre, que no hay quien los controle, que acaban yendo a su puñetera bola; uno decide ponerse unas mallas y un escudo con las barras y estrellas de logotipo, el otro se da el piro. También me recuerda el manido mito de Frankenstein, el mito de la aberración científica que genera monstruos, y es que darle poder a un psicopata no es muy buena idea, aunque sí para generar abundante literatura y nuestra querida historia universal. La verdad es que es una película más que aceptable, que te lo pasas bien, aunque yo hubiera hecho un cómic de Capitán América con el guión, pero que da igual. Todo y que a veces resultan algo estúpidas las persecuciones de los zombies por la playa, así como algunas de sus apariciones, sin duda os la recomiendo encarecidamente, ya sea para una tarde de manoseo parejil delante la T.V. (haciendo descansos al aparecer los zombis, un poco de respeto, por favor) o para el onanismo, intelectual o físico, cada uno a su gusto friqui. Cabe también recomendar al "nazi submarino" para ocupar un puesto en el prestigioso álbum de los kostromonstruos, que no quede sólo aquí la cosa... __________________________________________________________

Fdo: Teniente Kostrillo

MONTA/PLEX: Los Soldaditos Rebabosos

A finales de los 70 y principios de los ochenta llegó a las jugueterías todo un ejército de soldaditos de plástico. Producidos por la empresa Monta/Plex se vendían en un sobre que presentaba, normalmente, una aguerrida portada. Cada sobre contenía generalmente una cincuentena de figuritas de temática bélica, aunque también, dependiendo de la serie, podían tratar sobre el oeste, carreras de coches o incluso robots tipo Mazinger Z o platillos volantes.

 

7º de caballería defendiendo su fuerte como si de una pintura medieval se tratase

 

Lo mejor de todo era el precio. Por unos cinco duros (o incluso 5 pesetas, depende de la época) el niño del momento podía disponer de todo una legión de guerreros, eso sí, de la más baja calidad. Las rebabas más vistosas y multiformes solían recubrir los bordes de los cuerpos marciales, y los rostros de los combatientes solían ser borrosos, igual que los detalles de los uniformes. Aun así eran fenomenales para recrear populosas batallas en las más variadas épocas históricas.

Con estas figuras es que te metías DE VERDAD en las batallas históricas

El misterio del bajo precio se debía a que la empresa Monta/Plex compraba a bajo precio los moldes de inyección de plástico de empresas de modelismo internacionales, como Matchbox o Italeri, cuando éstos ya había perdido su eficacia para ofrecer una figura de calidad aceptable. Lo que nunca entenderé es porqué Monta/Plex vendía sobres en los que rezaba un ejército cuando las figuras eran realizadas con el molde de otro contingente. Así, por ejemplo, podías tener el sobre con el ejército de China Popular cuando en realidad eran soldados del África Corps (cabe decir que eran unas figuras excelentes y que aún mantenían un detalle digno) o creer que comprabas unidades de Corea del Sur y ser en realidad soldaditos del ejército americano de la WWII.

 

Todos los ejércitos tenían cabida en las series Monta/Plex.

Una de las grandes desilusiones para el niño era cuando adquiría el sobre con el ejército moderno español. Todo niño, cuando compraba las figuras, no tenía muy claro qué podía aparecer allí dentro, desconocía su ejército y estaba más acostumbrado a ver los uniformes caqui americanos o los inconfundibles trajes grises alemanes de tanta peli yanki-bélica que había visto. Pero qué impresión al descubrir unas figuras chuchurridas, mal detalladas, con un tamaño más pequeño del normal (puestas al lado de un americano parecían pigmeos). Fue la primera vez pero no la última, (como me ha sucedido este Mundial, sin ir más lejos) que tuve un sentimiento de vergüenza por mi propio país. Lo cierto es que jamás jugué con ellas, se fueron dispersando y perdiendo por los diversos jardines o bosques en los que las saqué a que les diera el sol hispano; y allí yacen enterradas hasta el fin de los siglos.

Los españolitos de Diox siempre dando el cante

Sobre de los Ejércitos Españoles.

Obsérvese la uniformación completamente nazi del supuesto sobre “Comandos de Choque” (pero cuándo, dónde, cómo)

Es curioso que aparecieran también sobres, dentro de la serie “Grandes Batallas”, en los que se anunciaba la División Azul. Imagino que en una acto de patriotismo fachendoso que intentaba dar relevancia a una ayuda, la de Franco a los alemanes en la WWII, que no fue más allá de una patética sangría de hombres que, las más de las veces, fueron reclutados a la fuerza, y utilizados por la Werhmatch como auténtico atrezzo en sus planes de batalla. Apareció un sobre con la "Batalla de Krassnyj Bor", enfrentamiento ruso-español que no lo conoce ni el Anthony Beevor, y otro sobre con la "Batalla de Stalingrado", donde los rusos se pegan de leches contra los alemanes. Lo graciosos de este sobre es ver cómo el soldado español a lo único que se limita es a llevar el proyectil del antitanque alemán, en plan esclavo, que es lo que realmente hizo en la guerra, ya que los alemanes no se fiaban un pelo de los españoles para el combate de primera línea.

Los españoles, los mejores porteadores.

“Se mira pero no se toca, boinen”  (frase de un soldado alemán a un hispano de la división azul cuando éste se acercaba a un cañón)

Hay muchos sobres con dibujos realmente divertidos. Las figuras del interior a veces no tenían nada que ver y la calidad era muy desigual de uno a otro. Personalmente me encantaban los de la edad media, como el sobre titulado “Ivanhoe”. Y me quedé con las ganas de abrir uno titulado “Monstruos” subtitulado “Monstruos de ayer, hoy y mañana”. También existía un sobre titulado “Montaman” que contenía un hombrecito semiarticulado del tamaño de un paquete de tabaco, que se tenía que montar y que tenía un desconcertante rostro de forma de pera, con media sonrisa, peinado con raya y que se asemejaba enormemente a nuestro Príncipe Borbón.

Siempre hubo monstruitos en nuestra vida y siempre los habrá.

Invade el salón con tus muñequitos mientras miras la serie “V”

Quizás os queden algunos soldaditos Monta/Plex por ahí, perdidos en una bolsa del trastero, si no hicistéis como yo, que los quemé en un funeral vikingo. Si aún los conserváis, sacçadlos del olvido y dejad que desfilen de nuevo entre vuestras manos recordando aquellas belicosas infancias repletas de Geypermans con el traje de guardia civil, o de Airgamboys con sus monolíticos brazos y piernas, empuñando rifles mientras mantenían sin vacilar una agradable sonrisa, sabiendo como sabían que sus plásticas pelucas siempre mostrarían un perfecto peinado.

El primo de John Wayne en un desembarco yanqui.

Angustioso sobre que contenía el terror plástico de Monta/Plex.

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Artículo nostálgico-moquero y niñeril aportado por Teniente Kostrillo, que siempre quiso, lo sabemos, tener un Castillo de Greyskul a escala natural y una vez allí hacerle de perrerías al puñetero He-Man y su perro-puma de terciopelo.

THE GUNSLINGER

Corría el año 1973 cuando Michael Chrichton, a la postre archiconocido paridor de truñosellers, todos ellos convertibles en jurásicos y tecnothrillers blockbusters fílmicos, decidió dárselas de Barón Frankenstein sacándose de la manga a Gunslinger y toda su cohorte de androides homicidas. Al mejor de éstos, es decir, al más cabrón, le puso las ropas y el jeto de Yul Brynner en "The Magnificent Seven", y lo soltó, como al resto de sus compañeros, en mitad de un montón de turistas ricachones, para que aprendiesen así lo "bueno" y "mejor" del humano ser. Y así, al poco tiempo de andar entre "hombres", estos androides, que también tenían su pequeña "Alma de Metal"-¡Por Dios, qué gran título!, aunque no sea el original-, cansados ya de ser apaleados, vejados, ejectutados y follados gratis, decidieron tomarse la justicia por su mano: por vez primera en su corta y mecánica existencia les fue dado apretar el gatillo en lugar de encajar la bala, atravesar con la espada en lugar de ser atravesado... The Gunslinger fue de las máquinas pioneras en eso de rebelarse contra su creador en la pantalla, en gritarle ¡Qué te den por ahí, joputa!, para acto seguido masacrarlo en justa venganza. En enseñarle una vez más la mítica y arquitípica lección de que nunca se debe jugar a ser Dios. Tan míticos y arquetípicos él y su caminsa negra como su caminar tranquilo pero inpausado en pos de la víctima aterrorizada; con las manos en el cinto, sus pasos le precedían, anunciando el terror, su llegada, y sólo el ácido y después el fuego pudieron dar al traste con su anhelado deseo de acabar con aquél que tantas veces lo había humillado mientras estuvo sujeto a obedecer órdenes humanas. Auténtico padre de Terminator, Robocop, y los replicantes bladerunnerescos, su terrible falta contra la humanidad que lo trajo al mundo de lo viviente le costó, no sólo la muerte, la desconexión y destrucción finales, sino, aún peor, ser vilmente recuperado en la secuela de "WestWorld", "Futureworld", para protagonizar una estúpida y aberrante secuencia onírico-festivo-ulcerosa a mayor gloria de una tal Blythe Danner, que previamente se había tirado ya a Peter, el Fonda cabezón...





Pese a todo, su figura prevalece impoluta en la memoria y el inconsciente de todos aquellos que tenemos claro que no ha de tardar el tiempo en que hombres y máquinas, muertos y vivos, se desputen los unos a los otros, a diente y a cuchillo, el más alto lugar en el podio de la supervivencia...

Permanezca por siempre en nuestra memoria -y en nuestro Museo- The Gunslinger, pues sólo él se atrevió a ser El Pistolero con Rayos X en los Ojos...



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Figura de Cera construida por el artesano Migrañas Ryvok