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Negro Sobre Cianótico

Hoy me noto el Desoxiborronucleico como acatarradillo y eso, ains...

Si usted observa desde la ventana de su galería a su vecina con los ojos cerrados, los brazos hacia arriba en plan Bola Universal de Goku, y farfullando con voz profunda “Ordeno a mi cromosoma 17 que integre los manuscritos del Mar Muerto en sus Tiaminas para conseguir así la intemerata de de la sinergia divina y mi correspondiente cesación migrañosa”, no se alarme, esto es simplemente que a su vecina le duele la cabeza. Su vecina sabe. Su vecina ha leído "ADN Sin Misterio", de Kishori Aird, publicado en la prestigiosísima y conocidísima Editorial Vesica Piscis (¿?).

 

Ponemos la versión en francés porque en castellano no hay librería virtual que tenga huevos de colgar foto de semejante basura, pero existe, amigos, existe...

 

Nos revela este librazo una verdad tan aplastante que hace que la importancia del Código Da Vinci sea equiparable a la importancia de sacar un 2 en la primera tirada del parchís. Doña Aird nos demuestra lo que yo sospechaba tiempo ha, que Ignatius Reilly estaba casi en lo cierto y conocía el 50% del misterio, y que podría haber dominado el Mundo si un Illuminati disfrazado de policía de estación de autobús disfrazado de payaso disfrazado de falso lector de Boecio (uf!) no se hubiese interpuesto en su camino. Si el bueno de Ignatius proponía la Teología y la Geometría como bases de la Vida, el Universo, y Todo, Kishori Aird, en cambio, lo matiza a lo bruto: las bases son "Teología y Fisioquímica Biomolecular Anatómica" (aaah… le mot just). El libro se divide en una parte teórica en la que se nos explica la relación entre el Cosmos, Dios, el Exxon Valdéz, y la diarrea de mi primita. Todo está interrelacionado, y nuestro ADN es el panel de mandos que nos pondrá en contacto con Buda, Cristo, Mahoma, o quien copón parta el Santo Bacalao allá arriba. La segunda parte es la práctica, y en ella se nos enseña a domar nuestro ADN por rebelde que sea. ¿Cómo? Pues con una serie de fáciles instrucciones que mezclan a voleo conceptos espirituales y diagnósticos médicos, tal que así: “Oh! Señor Brama, que mis pecados de hoy no dañen mi estructura ribonucleica y que mis axones sublimen tu energía a fin de sacarme el acné”, o así: “Ordeno a mi hígado que acepte la misericordia divina de Cristo y me quite esta leucemia mal curada que arrastro”, etc.

 

En fin. Si esto tira hacia delante (cosas más estúpidas lo han conseguido) ya estoy viendo el cauce que van a tomar las nuevas sectas y religiones del mundo. Preparémonos para el advenimiento de la Cienciología Diabética, los Advenéreos del Séptimo Día, la Iglesia del Asma Supremo, los nuevos cultos a ciudades mitológicas como Sodomía y Gonorrea, o, si prefiere usted algo más radical, apúntese sin dudarlo a la Yihad Artrítica, o la Orden de los Cátaros Acatarrados. Me despido hasta una nueva entrega de nuestro Negro sobre Cianótico mientras busco en el libro de marras alguna oración que aplaque la estulticia crónica.

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Nueva entrega de "Negro sobre Cianótico" servida por nuestro nunca bien ponderado Doctor Peter Smegman, lo que se sacrifica el hombre por el bien de la Humanidad y lo poco que, cabrones de nosotros, se lo agradecemos con regalos pelota, caray.